Seguidores

jueves, 30 de mayo de 2013

Chico triste vs Chica feliz

Chico triste busca chica feliz que le alegre los días.
Chica feliz no busca, pero es encontrada.
Chico triste se sienta en frente de chica feliz en el tren. Todos los días se cruzan en el andén y acaban sentándose así. Se sonríen. No saben nada el uno del otro. Solo conocen sus miradas, sus sonrisas, y algún bostezo de chico triste.
Los dos llegan a casa.
Chico triste se sienta en el sofá con su lata de cerveza, un bolígrafo y un cuaderno. Escribe sin pensar. Todo lo que le quema por dentro lo plasma en el papel. Se desahoga.
Chica feliz cena con sus amigas. Se cuentan cotilleos, hablan de fiestas futuras, viajes que prometieron hacer... Llega a casa y se prepara la cena. Se tumba en la cama y lee alguna novela que alguien le recomendó.
Dos vidas muy diferentes, pero, aunque no lo sepan, tienen algo en común: los dos duermen solos. No se abrazan a nadie en noches frías, ni tienen a esa persona que te mancha la cama de migas del desayuno.
Hoy chica feliz, sin darse cuenta, antes de dormir, en "su momento de reflexión", como dice ella, ha pensado en él.
Chico triste habitúa a comer techo cada noche. Sí, piensa en ella. Piensa en ese momento en el tren, cuando, mirándose en la ventana del vagón, chica feliz se peina y sonríe pensando en lo bien que le ha ido el día.

Chico triste se decide y hoy va a hablar con ella.
Se sienta en el asiento de siempre. 
Chica feliz no está.
Chico triste... está triste. Se ha dado cuenta de que el simple hecho de ver en el vagón a aquella chica de labios rojos, pestañas largas y olor a "estoy bien, nada me preocupa", le produce una sensación parecida a eso que suelen llamar felicidad. Un motivo por el que levantarse cada mañana, eso que hace la soledad más amena, y le hace sentirse vivo. Chica feliz.

Chico triste llega a casa,  se pone una copa del whisky más barato y empieza a leer todo lo escrito días antes. Las letras se mueven. Forman la sonrisa de la chica feliz, después sus finas piernas andando por el andén. El ruido de los tacones los escucha en su cabeza. Chico triste rabia. Chico triste desangra desamor. 

Chica feliz no es más que una invención de chico triste para ser un poco feliz. Chico triste ha llegado a casa hace unas horas cansado de esperar a que aparezca una chica feliz en el andén. Se ha sentado en el sofá con su lata de cerveza y se ha puesto a escribir estas líneas.
Chico triste, sonríe, me digo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Se busca.

Para todo o para nada, para siempre o para nunca. Una amistad esa cadena que ser forja desde que no tienes consciencia, que puede romper cualquier cosa. Algo tan fuerte y efímero a la vez, algo tan necesario que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Dijeron siempre, yo me lo creí. Veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año, de esas amistades que la gente puede empezar a dudar si somos o no siameses. Pues el problema llega cuando falla, cuando falta, cuando se necesita como el respirar. Meses de ignorancia que lo único que provocan son miles de recuerdos, miles de momentos, y al decir miles es quedarse corto, simplemente porque mi estúpida mente no puede recordar más, demasiados. Escribo esto aún sabiendo que el destinatario no lo leerá y si no queréis perder una parte vuestra, una parte de vuestro puzzle, obviad el orgullo como podéis ignorar lo más repugnante que conozcáis. Hermanos de distinta madre.