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sábado, 23 de febrero de 2013

De todo a nada.

Y es que no le encuentro otra explicación a la de que tengan un botón de olvidar todo. Juguetes olvidados en el fondo de un baúl, donde un día fuiste útil y serviste para algo más que entretener. ¿Pero qué más da? Los tiempos buenos se acabaron, eso de borrón y cuenta nueva está muy bien, pero, ¿y si llevas 1828 borrones? La ilusión se pierde evidentemente al empezar una historia sabiendo como acabará. El problema lo tienes tú, que vas a ciegas, con una venda en los ojos, a 200 km/h y sin frenos y encima eres tan tonto como para pensar que no te vas a estrellar. Como buen loco e inocente, me levanto. De ilusiones se puede vivir, hasta que llega el momento en el que te despiertas, ves lo que pasa realmente y es cuando te arrepientes de aquel primer intercambio de palabras que quizás nunca debió de pasar. Por tú bien y por el de ella... bueno, el de ella no, para ella ser un simple trofeo más. Desde aquí aviso, no soy reciclable, no de usar y tirar. El que se arriesga gana, y conmigo puedes ganarte hasta el cielo. 



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