Hubiese preferido haberme hecho ilusiones yo mismo antes que tú me hubieses inundado de ellas. Mis ilusiones podrían haber desaparecido cuando yo quisiera, ya que son mías. Son producto de tus palabras, frases y promesas. El problema empieza cuando tú juegas ellas como si se tratase de una pelota. Mañanas, tardes y noches hablando con una pantalla. Al parecer las ilusiones fueron creadas por una máquina y no por la persona con sentimientos reales que yo creía que había tras esa pantalla. Ella envió esas ilusiones y lo que venía con ellas a la papelera de reciclaje. Con el paso de los días, cuando me veo solo o sin hacer nada, sin pensamientos ni ocupaciones, siempre surge esa palabra que mata por dentro. Aquella palabra que me gusta tanto para otras, pero para ti no. Esa palabra llamada amistad. Me conformaré en que comparte las dos primeras letras de mi objetivo. Al fin y al cabo, desde aquí hago un llamamiento para aquella persona que encuentre a mis ilusiones o esperanzas tiradas en el suelo o perdidas, que no las devuelva. Gracias.
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